El estilo es el hombre, bien decía Georges Louis Leclerc, mejor conocido como el Conde de Buffon, mejor no podría caber dicha célebre frase puesto que cada quien tiene un estilo único que le caracteriza. Así pues como han de saber no es mi estilo tomar palabras de otros y de así hacerlo doy el crédito a quien lo merece. Nadie es igual y mucho menos está en la obligación de pensar o estar de acuerdo con ciertas situaciones o maneras que impone la sociedad.
He tenido claro, muy claro durante toda mi vida que todo hombre es un isla, y lo creo firmemente; pero claramente algunos hombres forman parte de una cadena de islas. Debajo de la superficie del océano realmente están conectadas. Así comenzó a explicar su teoría del comportamiento humano en una especie de “peña improvisada” en casa de un amigo.
Era un amplio grupo de amigos sentados al comedor entre chorizos al vino, jamones, quesos, aceitunas con anchoas y hueso, embutidos y demás butifarras que acompañan unas buenas copas de vino en aquel salón residencial transformado en auditorio non santo, admitió haber extrañado inconmensurablemente el olor y la sensación del cigarrillo en la mano, halar una bocanada y dejar salir el humo tal cual los pensamientos son expresados a través de los labios y boca. La junta toma lugar a espaldas de las señoras de los casados.
El inevitable tema del amor, las mujeres, las infidelidades, promiscuidades y mentiras llegó en la postrimería de la noche. Una parte entendía que el hombre, stricto sensu, es un ser genéticamente diseñado para la reproducción, por ello el hecho de ser tan promiscuo, a la vez infiel a su pareja.
Independientemente de ello, algunos otros que apostaban a esta barbarie sexista, luego hablaban del amor hacia sus esposas y a sus hijos; momento precioso para ser encarados con la otra cara de la moneda sobre la especie; por qué hemos de pensar que no nos pueden ser infieles a nosotros también? preguntó alguien. Somos a caso una especie de Super Man?!
Mientras otros seguimos en la inefable búsqueda de quizás suplir alguna carencia y otros piensan que el matrimonio es una institución y no quieren verse enfrascados en un proyecto como ese, los primeros entendían que los solteros empedernidos transitaban un camino de inestabilidad emocional. Tienes razón, exclamó uno de los solteros, pero nosotros no mentimos a nuestras familias, ustedes en cambio se acuestan con alguna impúdica, regresan a sus casas abrazan y besan a sus hijos y a sus esposas y se acuestan con ellas en sus camas y los fines de semana, renace aquel sentimiento de culpabilidad, por haberse acostado con aquella promiscua, con cuantos mas se habrá acostado así como yo?, comienzan a preguntarse y a preocuparse, así que la realidad es que, si bien es cierto que nosotros somos inestables no es menos cierto que ustedes lo son también, tanto o mas que nosotros. Quien quita que tu mujer haga lo mismo? Alguien preguntó. Nadie muere motón, se escuchó una voz. Un silencio escandaloso tuvo lugar y entonces otro pensó en voz alta..... no es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar. Hablar sobre lo que se podría hacer es muy fácil, pero generalmente la realidad es otra. Cómo le disparas al diablo en la espalda? Que pasa si fallas?
Dispuso entonces plantear su posición, su teoría del caso. No creo que el matrimonio sea cosa de todos, quizás no todos hemos nacido para casarnos o tener hijos, particularmente no pretendo hacerme con ninguno de los casos, verán el matrimonio necesariamente implica pérdida de la libertad, lato sensu, desde el momento en que despiertas al dejar la cama has hacerlo por el mismo lado siempre, en su defecto pasarle por encima a tu pareja; en cambio yo, me levanto por donde me venga en ganas, con algo tan simple como esto te das cuenta de cuanto pierdes la independencia, no encontrar en el baño mas pelos que los míos. Mis decisiones no necesitan más aprobación que la mía, en cambio ustedes deben pensar en sus familias, de no ser el caso, les sugiero que comiencen a hacerlo.
Es cierto, otro de los presentes exclamó; no importa cuantos hábitos molestosos tengan ellas, deberíamos recordar siempre que ellas tienen también que lidiar con una gigantesca montaña de imperfecciones.
Y de pie, junto a la chimenea, como en los viejos tiempos meticulosamente luego de un par de golpes para apretar el tabaco dentro encendió un cigarrillo, agitó un poco la copa de vino, la tomó por el tallo miró cuidadosamente, tomó un largo sorbo y saboreó, aclaró un poco la garganta y con cierto aire de descuido dijo para todos……. Mujeres!!, qué podemos decir?!. Quién las hizo?. Dios ha sido un genio. Algunos dicen que el pelo lo es todo. Amigos, entierren alguna vez sus narices en la cabellera de sus señoras…… querrán dormir allí para siempre. O los labios. Cuando tocan los tuyos, es como el primer sorbo de vino después de haber cruzado el desierto.
Caballeros nunca se sientan tan cómodos con quienes son en ningún momento. Podrían perder la oportunidad de llegar a ser quien en realidad quieren ser.
He tenido claro, muy claro durante toda mi vida que todo hombre es un isla, y lo creo firmemente; pero claramente algunos hombres forman parte de una cadena de islas. Debajo de la superficie del océano realmente están conectadas. Así comenzó a explicar su teoría del comportamiento humano en una especie de “peña improvisada” en casa de un amigo.
Era un amplio grupo de amigos sentados al comedor entre chorizos al vino, jamones, quesos, aceitunas con anchoas y hueso, embutidos y demás butifarras que acompañan unas buenas copas de vino en aquel salón residencial transformado en auditorio non santo, admitió haber extrañado inconmensurablemente el olor y la sensación del cigarrillo en la mano, halar una bocanada y dejar salir el humo tal cual los pensamientos son expresados a través de los labios y boca. La junta toma lugar a espaldas de las señoras de los casados.
El inevitable tema del amor, las mujeres, las infidelidades, promiscuidades y mentiras llegó en la postrimería de la noche. Una parte entendía que el hombre, stricto sensu, es un ser genéticamente diseñado para la reproducción, por ello el hecho de ser tan promiscuo, a la vez infiel a su pareja.
Independientemente de ello, algunos otros que apostaban a esta barbarie sexista, luego hablaban del amor hacia sus esposas y a sus hijos; momento precioso para ser encarados con la otra cara de la moneda sobre la especie; por qué hemos de pensar que no nos pueden ser infieles a nosotros también? preguntó alguien. Somos a caso una especie de Super Man?!
Mientras otros seguimos en la inefable búsqueda de quizás suplir alguna carencia y otros piensan que el matrimonio es una institución y no quieren verse enfrascados en un proyecto como ese, los primeros entendían que los solteros empedernidos transitaban un camino de inestabilidad emocional. Tienes razón, exclamó uno de los solteros, pero nosotros no mentimos a nuestras familias, ustedes en cambio se acuestan con alguna impúdica, regresan a sus casas abrazan y besan a sus hijos y a sus esposas y se acuestan con ellas en sus camas y los fines de semana, renace aquel sentimiento de culpabilidad, por haberse acostado con aquella promiscua, con cuantos mas se habrá acostado así como yo?, comienzan a preguntarse y a preocuparse, así que la realidad es que, si bien es cierto que nosotros somos inestables no es menos cierto que ustedes lo son también, tanto o mas que nosotros. Quien quita que tu mujer haga lo mismo? Alguien preguntó. Nadie muere motón, se escuchó una voz. Un silencio escandaloso tuvo lugar y entonces otro pensó en voz alta..... no es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar. Hablar sobre lo que se podría hacer es muy fácil, pero generalmente la realidad es otra. Cómo le disparas al diablo en la espalda? Que pasa si fallas?
Dispuso entonces plantear su posición, su teoría del caso. No creo que el matrimonio sea cosa de todos, quizás no todos hemos nacido para casarnos o tener hijos, particularmente no pretendo hacerme con ninguno de los casos, verán el matrimonio necesariamente implica pérdida de la libertad, lato sensu, desde el momento en que despiertas al dejar la cama has hacerlo por el mismo lado siempre, en su defecto pasarle por encima a tu pareja; en cambio yo, me levanto por donde me venga en ganas, con algo tan simple como esto te das cuenta de cuanto pierdes la independencia, no encontrar en el baño mas pelos que los míos. Mis decisiones no necesitan más aprobación que la mía, en cambio ustedes deben pensar en sus familias, de no ser el caso, les sugiero que comiencen a hacerlo.
Es cierto, otro de los presentes exclamó; no importa cuantos hábitos molestosos tengan ellas, deberíamos recordar siempre que ellas tienen también que lidiar con una gigantesca montaña de imperfecciones.
Y de pie, junto a la chimenea, como en los viejos tiempos meticulosamente luego de un par de golpes para apretar el tabaco dentro encendió un cigarrillo, agitó un poco la copa de vino, la tomó por el tallo miró cuidadosamente, tomó un largo sorbo y saboreó, aclaró un poco la garganta y con cierto aire de descuido dijo para todos……. Mujeres!!, qué podemos decir?!. Quién las hizo?. Dios ha sido un genio. Algunos dicen que el pelo lo es todo. Amigos, entierren alguna vez sus narices en la cabellera de sus señoras…… querrán dormir allí para siempre. O los labios. Cuando tocan los tuyos, es como el primer sorbo de vino después de haber cruzado el desierto.
Caballeros nunca se sientan tan cómodos con quienes son en ningún momento. Podrían perder la oportunidad de llegar a ser quien en realidad quieren ser.
Nadie dijo nada más, cualquier cosa mas allá de esas ultimas, pocas pero cuidadosas palabras, no harían mas que estropear toda la noche.
Nadie emitió palabra alguna, para aprobar ni mucho menos para contradecirlas, tomó la ultima bocanada de humo, cerró los ojos y dejó salir lentamente mientras apagaba el cigarrillo en el cenicero sobre la chimenea, esta vez cuidadosamente tomó el último sorbo de vino y se despidieron hasta la próxima semana.
Nadie emitió palabra alguna, para aprobar ni mucho menos para contradecirlas, tomó la ultima bocanada de humo, cerró los ojos y dejó salir lentamente mientras apagaba el cigarrillo en el cenicero sobre la chimenea, esta vez cuidadosamente tomó el último sorbo de vino y se despidieron hasta la próxima semana.